En el convulso mundo de la política, a veces, las leyes parecen escritas por alguien que tenía un mal día o que simplemente quería hacernos reír. ¿O acaso no es así con la “Ley de Amnistía”? Esta nueva propuesta legislativa ha llegado al Congreso con toda la pompa y circunstancia, prometiendo una rápida aplicación y desafiando a los jueces a cuestionar su constitucionalidad. Pero, ¿qué es lo que realmente nos dice esta ley?

El Plazo de Dos Meses: ¿Una Carrera Contra Reloj?

El artículo 10 de esta ley nos habla de un “tramitación preferente y urgente”, como si la justicia fuera un servicio de entrega de comida a domicilio. ¿Dos meses para tomar decisiones? Claro, porque sabemos que la justicia se mueve a la velocidad del rayo, especialmente cuando se trata de cuestiones importantes como la amnistía.

Y, por supuesto, no podemos olvidar que los recursos no tienen “efectos suspensivos”. ¡Maravilloso! ¿Quién necesita tiempo para reflexionar sobre la constitucionalidad cuando podemos tomar decisiones apresuradas sin consecuencias?

La Exposición de Motivos: Un Manual de Ironía

La Exposición de Motivos nos dice que esta ley “excepciona” la aplicación de la ley en aras del “interés general”. ¡Vaya! ¿Quién hubiera pensado que el interés general podría ser tan excepcional como para obviar cualquier duda de constitucionalidad?

Y no olvidemos que la amnistía se aplica “incluso cuando tenga lugar el planteamiento de un recurso o una cuestión de inconstitucionalidad”. Es decir, los jueces pueden tener todas las dudas que quieran, pero la amnistía seguirá su curso, como un tren sin frenos.

¿Una Ley Para Hacer Reír?

En resumen, la Ley de Amnistía llega con un enfoque irónico y sarcástico que desafía la lógica y la prudencia. Nos ofrece plazos apresurados, decisiones rápidas y un desprecio por las dudas de constitucionalidad. ¿Es esta la receta para una justicia eficaz o simplemente una obra maestra de la comedia política? Solo el tiempo lo dirá, pero por ahora, parece que la risa es la única respuesta adecuada.