La doble cara de las “Líneas Rojas”

Hablemos claro, que no estamos para rodeos. Cuando uno piensa en líneas rojas, se imagina esas líneas que ni el más osado se atrevería a cruzar. Pero, ¿qué pasa cuando esas mismas líneas se convierten en una especie de línea de meta para ciertos políticos? Sí, señores, estamos hablando de Pedro Sánchez y su particular juego de la oca con las líneas rojas de la política española.

¿Líneas rojas o pistas de atletismo para Sánchez?

Vamos a poner las cosas en su sitio. Para el común de los mortales, las líneas rojas son esos límites éticos, morales o legales que no se deben traspasar. Pero, parece que para nuestro querido presidente, Pedro Sánchez, esas líneas son más bien una invitación a correr hacia ellas como si estuviera en una final olímpica. “¡Venga, Pedro, que tú puedes!”, deben gritarle sus asesores mientras él acelera el paso.

El arte de saltarse las Líneas Rojas con “elegancia”

Hay que reconocer que Sánchez tiene un talento especial. No cualquiera es capaz de saltarse líneas rojas con tanta elegancia y seguir sonriendo a las cámaras como si nada. Mientras el ciudadano medio ve cómo se desdibujan esos límites, Sánchez parece vivir en un universo paralelo donde las reglas del juego cambian a su antojo. “¿Línea roja? ¿Eso qué es? ¿Se come?”, debe pensar.

La hipocresía política al descubierto

Aquí es donde entra el delicioso aroma de la hipocresía política. Mientras a ti y a mí nos miran con lupa por cualquier tontería, parece que a algunos les basta con cambiar de chaqueta y listo, todo perdonado. “Presunto talibán, oigan. Hace falta ser gilipollas para no verlo”, dirían algunos. Y tienen razón. La doble moral está a la orden del día en la política, y Sánchez no es la excepción.

Sánchez: El malabarista de las Líneas Rojas

Hablemos ahora del arte del malabarismo que practica nuestro presidente. Para él, las líneas rojas son como pelotas de circo, las va lanzando al aire y las atrapa cuando le conviene. Una para la izquierda, otra para la derecha, y así mantiene a todos entretenidos mientras él sigue a lo suyo. “Hay que ser más corto que las mangas de un chaleco para no darse cuenta”, pensarán algunos. Y no les falta razón.

El mensaje para el ciudadano: “Tú no te pases; yo sí”

El mensaje que esto manda al ciudadano es claro: “Tú no te pases de la raya, pero yo sí puedo”. Vamos, que si tú intentas hacer lo mismo, te cae la del pulpo, pero si lo hace él, es estrategia política. “Hace falta ser gilipollas para no indignarse”, diría cualquiera con dos dedos de frente. O uno. O ninguno si llevas corte de pelo abertzale a la taza y esperar recaudar en el río revuelto.

Conclusión: Las Líneas Rojas de Sánchez, un chiste nacional

Resumiendo, las líneas rojas de Pedro Sánchez son más bien un chiste nacional. Mientras el ciudadano común se esfuerza por respetar las reglas, nuestro presidente parece tener una varita mágica para convertir esas líneas en meros adornos en su camino al poder. La pregunta que queda en el aire es: ¿hasta cuándo seguirá el espectáculo? Porque, señores, aquí el único que no se está riendo es el pueblo.