
Un cambio drástico en la legislación
En un giro significativo en la política de control animal, Reino Unido ha decidido prohibir la raza de perros American Bully XL, implicando que poseer uno será considerado un crimen. Esta decisión se toma en respuesta a un alarmante aumento en los incidentes mortales relacionados con ataques de perros, donde esta raza ha estado involucrada en casi la mitad de los casos registrados en los últimos años.
La razón detrás de la prohibición
La decisión de prohibir el American Bully XL se basa en estadísticas preocupantes que muestran un incremento en los fallecimientos por ataques de perros en el país. La medida, anunciada por el primer ministro Rishi Sunak, coloca a esta raza en la misma categoría que otras razas previamente prohibidas, argumentando un patrón de comportamiento agresivo más que casos aislados.
Impacto de la legislación
La nueva ley afectará a la considerable población de American Bullies en el Reino Unido, estimada en más de 100.000. La normativa prohíbe la venta, crianza y donación de estos perros, y establece severas consecuencias para aquellos que no cumplan, incluyendo el sacrificio de los animales no registrados adecuadamente.
Controversia y defensa de la raza
La medida ha generado un intenso debate, con defensores de los animales y propietarios argumentando que la agresividad no es una característica inherente a la raza, sino el resultado de la crianza y el entorno. Comparan irónicamente la prohibición con episodios oscuros de la historia humana, cuestionando la justificación de la medida.
El destino de los American Bullies
Aquellos que posean un American Bully sin la licencia requerida estarán infringiendo la ley. La normativa excluye a estos perros de refugios y perreras, dejando el sacrificio como única opción para los animales abandonados o confiscados. Además, se exige a los propietarios asegurar a sus perros y esterilizarlos antes de fin de año, con alternativas drásticas para quienes no puedan permitirse el seguro.
Esta nueva legislación representa un punto de inflexión en la política de control de razas en Reino Unido, con implicaciones profundas tanto para los propietarios de los American Bully XL como para los propios animales. A pesar de las protestas y la defensa de la raza, parece que el destino de estos perros está sellado bajo la nueva ley.