Pedro Sánchez, nuestro estimado presidente del Gobierno, nos sorprende nuevamente, esta vez no con un discurso televisado, sino con un libro. “Tierra firme” se titula la criatura, y viene cargado con 384 páginas de… bueno, de lo que sea que Sánchez haya creído conveniente plasmar.

Primero lo primero, amigos lectores: ¿no es un poco atrevido para un presidente en funciones dedicarse a la literatura? Claro, uno podría argumentar que la política y la literatura han ido de la mano desde tiempos inmemoriales, pero, ¿acaso no hay asuntos más urgentes que atender? Ah, pero claro, qué mejor manera de lidiar con una crisis que escribiendo sobre ella. Es más fácil, supongo, que encontrar soluciones reales.

Hablemos de contenido. Según la editorial Península, “Tierra firme” es una suerte de crónica en primera persona que abarca hasta la noche electoral del 23 de julio de 2023. Aquí, Sánchez nos cuenta, con su habitual humildad, sobre “las bases de grandes transformaciones en políticas medioambientales, la lucha contra la desigualdad y la transición digital”. Vamos, que no es poca cosa lo que el hombre se atribuye.

Y qué decir de las líneas del prólogo que han adelantado. Según Sánchez, esa noche electoral era un todo o nada: o se aceptaba el “todo vale” de la derecha, con sus “mentiras palmarias, bulos y conspiraciones”, o se optaba por la luz, la verdad y la justicia que, presumiblemente, él y su gobierno representan. Humilde, ¿no creen?

Pero lo más curioso de todo es la insistencia en esa narrativa de la resistencia frente a la adversidad, como si se tratara de un héroe épico y no de un político en un país democrático. “Pasar de la resistencia a esa tierra firme que España alcanzará cuando culminen todas las transformaciones ya en marcha”, escribe. ¿Será que estamos presenciando una nueva odisea, una lucha heroica contra los molinos de viento de la política española?

No obstante, amigos, hay que darle el beneficio de la duda. A fin de cuentas, “Tierra firme” no deja de ser un libro, y como tal, merece ser leído antes de ser juzgado en su totalidad. Tal vez, solo tal vez, nos llevemos una sorpresa y descubramos que tras esas páginas se esconde un análisis profundo y una autocrítica necesaria. O tal vez no. Tal vez solo sea otra pieza en el rompecabezas de la autocongratulación política.

En conclusión, “Tierra firme” es un título prometedor, lleno de expectativas y, por qué no decirlo, de un poco de escepticismo. Ya veremos si Pedro Sánchez, además de presidente, se revela como un escritor capaz de trascender la mera propaganda. Pero mientras tanto, no podemos evitar preguntarnos: ¿Es esto un ejercicio de vanidad o una genuina contribución al pensamiento político? El tiempo, y los lectores, lo dirán.